Vicente

A la hora de definirme con una frase, sin duda la que mejor lo haría sería “aprendiz de todo, maestro de nada”. Colecciono retazos incompletos de vidas y los últimos que he incorporado giran en torno a la palabra. Sería deshonesto si dijera que es algo que me ha dado desde hace poco. De pequeño decía que lo que más me gustaba en el mundo era leer y escribir. Un niño repelente, vamos. Ahora, con el paso del tiempo, después de haber visto mil cosas y cometido mil y un errores, he vuelto a ser pequeño y a disfrutar de la lectura y la escritura.

Escribo poco, leo bastante más, y como novedad he aprendido a escuchar: el destino me llevó a la narración oral. Una palabra escogida entre múltiples sinónimos, un cambio en el tono de voz, o un silencio pueden llegar a decir más que un sinnúmero de páginas mecanografiadas. De todo ello no podía emerger otra cosa que mi pasión por la lectura, por la pragmática, por la búsqueda del significado entre líneas, en el matiz, incluso en los silencios que no se pueden leer.

Por otra parte, siempre he sentido un especial placer a la hora de compartir mis opiniones, contrastarlas y criticarlas. En este taller hay espacio para uno más, así que: ¿te apuntas?