Título: Las voces y el laberinto
Publicación: 2018, Norma Cómic
Temática: Novela gráfica / Realismo
Páginas: 90
Autor: Ricard Ruiz Garzón
Ilustrador: Alfredo Borés
Puntuación: 8,5
Sinopsis: Un recorrido gráfico por la locura, formado por cinco historias de amor, miedo y desconcierto. Cinco lúcidas versiones de lo que ocurre cuando empezamos a naufragar.
Últimamente, novela gráfica que leo, novela gráfica que me gusta. Empiezo a pensar que tengo un gusto ciego exquisito, o que mi biblioteca de confianza es una buena filtradora de cómics. Investigaré sobre ello.
Las voces y el laberinto me llamó la atención por la ilustración de la portada. Un hombre, caminando entre un par de calles oscuras, con las manos en los bolsillo y un montón de pensamientos en blanco que ocupan la mayor parte de su cabeza. Al fondo, la multitud, iluminada por el sol, por la vida y por la rutina. La portada es bastante significativa, muy acorde con lo que después, encontramos en el interior.
La novela gráfica se divide en cinco pequeñas historias, que pueden leerse de forma independiente pero que guardan entre sí bastante relación. En algunos casos, el personaje secundario de una historia, resulta ser el protagonista de la siguiente. Y además, en todos los cuentos, el tema se repite: los personajes tienen un trastorno mental.
Los trastornos son explicados a partir de las voces de los protagonistas, en una especie de monólogo que se entremezcla con algunas intervenciones de otros personajes. Los dibujos, en este caso, aportan muchísima información, porque mientras que alguien nos explica su historia, las viñetas tratan de concretar sentimientos que no se acaban de definir en las palabras que leemos: el dolor, el miedo e, incluso, la paranoia. La imagen con los pequeños textos se intercalan muy bien, son muy descriptivos, y además, los bocadillos adquieren distintas tonalidades para que podamos distinguir sin problema, qué es lo que nos está diciendo directamente el protagonista y que diálogos forman parte del pasado que intenta explicar.
Como se trata de cinco historias distintas, podemos hacernos una idea plural de lo que significa tener un trastorno mental. Básicamente porque las personas que padecen una enfermedad no la viven del mismo modo, porque no se manifiesta de la misma manera, y tampoco se la toman de la misma manera. En este cómic, vemos a personas que consiguen normalizar su enfermedad, algunas que desconocen lo que les pasa, otras que, se niegan a llamarla enfermedad y lo achacan a una fuerza mayor, a un control que se les escapa de las manos. Escuchamos las voces de los enfermos pero también de sus familias, de sus amigos, de los médicos. Y al final, con toda la información, podemos llegar a una conclusión: los trastornos mentales están invisibilizados y falta, todavía mucho trabajo para aceptarlos, normalizarlos e integrarlos. No los entendemos y no hacemos nada por entenderlos.
El trabajo que hay detrás de esta novela gráfica es maravilloso. Se nota un esfuerzo por parte del escritor, que sin duda ha conseguido mostrar con total verosimilitud una realidad tan compleja. Y por parte el ilustrador, que consigue reflejar aquello que las palabras no pueden.