Título: Yo soy Eric Zimmerman
Publicación: Noviembre 2017, Editorial Esencia
Temática: Erótico
Páginas: 532 páginas
Autora: Megan Maxwell
Puntuación: 5/10
Sinopsis: Eric Zimmerman es un empresario alemán, frío e impersonal, que disfruta del sexo sin amor ni compromiso. Pero en uno de sus viajes a España conocerá a la joven Judith Flores, que cambiará el rumbo de su vida.
Megan Maxwell, la escritora que ha revolucionado las hormonas femeninas con su serie de Pídeme lo que quieras, finaliza la serie con un par de libros dedicados en exclusiva al protagonista de todas ellas: Eric Zimmerman. El empresario multimillorario, con un físico de escándalo y unos gustos sexuales poco escrupulosos, nos explica su perspectiva sobre la historia de amor que vive con Judith Flores, una joven española muy especial.
La personalidad de Eric, ya queda reflejada en la sinopsis, es tan previsible como que el Sol saldrá todas las mañanas. Un personaje plano con unas características morales muy limitadas, y que solo evoluciona al final de la novela gracias al amor que le proporciona Judith. El cambio, sin embargo, es muy leve, porque a pesar de que empieza a empatizar con los demás y se vuelve más sociable y cercano; sigue siendo una persona con ego y prepotencia, y sigue, del mismo modo, adquiriendo comportamientos machistas, controladores y desproporcionados.
La personalidad de Judith es algo diferente a la de los personajes femeninos que suelen aparecer en las novelas de este género. Es de agradecer que una escritora empodere a una mujer en una narración erótica. Porque Judith, a pesar de ser tradicional en el ámbito sexual, es caliente, fogosa, divertida, extrovertida y tiene mucho carácter. Así podemos verlo a lo largo de la historia, cuando se aleja de Eric cada vez que éste le impide hacer algo que a ella le hace feliz (participar en carreras de motos) y se defiende con uñas y dientes cuando considera que no le ha tratado como se merece.
El resto de personajes tienen un protagonismo casi nulo; de ellos podemos saber, como mucho, a grandes rasgos,algun elemento de su carácter. Aparecen en la narración para reforzar los comportamientos de ambos protagonistas, o para que éstos tengan la oportunidad de mostrarse delante de determinadas situaciones.
La trama es simple a la par que previsible. Empieza como todas las historias eróticas y termina igual que todas las historias eróticas. Es decir, al principio el hombre es frío y distante, acaba siendo algo amoroso pero igual de posesivo. Todo se desarrolla de manera rápida, sin mucho preámbulo. Cualquier situación, por simple que parezca, es motivo de conflicto, que a su vez es motivo de reconciliación. Esta reconciliación solo es el pretexto para añadir páginas y páginas de sexo de todo tipo.
La historia está explicada en primera persona por el propio Eric Zimmerman. Pero la voz no es la suya. No es el tono, el vocabulario y la sintaxis de un empresario alemán. Los puntos suspensivos son su debilidad, así como insultos constantes. Y emplea un tono superficial y redundante.
En general, ni la trama, ni los personajes, ni la forma en que se explican los acontecimientos es buena. Pero algo está haciendo bien la autora cuando consigue engachar al lector, a mí misma, en las páginas. Tal vez es el vocabulario simple, los conflictos entre la pareja que suceden uno tras otro sin dar tiempo al lector a procesarlos, a cuestionarlos o a ponerlos en duda, o el simple morbo de ver cómo soluciona los problemas amorosos de ese par de tortolitos.
En una novela es importante la calidad literaria, pero en un best seller lo importante es otra cosa. Y sin duda lo que escribe Megan Maxwell, reúne los puntos para serlo.