Título: Casi perfecto
Idioma: Castellano
Autor: Marina Mayoral
Editorial: Alfaguara
Publicación: Enero de 2007
Etiquetas: Asesinato, drama familiar
Formato de publicación: Libro, 288 páginas
Tiempo estimado de lectura: 6h
Puntuación: 5/10
Sinopsis: Después de que el hijo de la protagonista acuse a su madre de haber hecho un crimen perfecto por la muerte de su marido, ella envía una larga carta para exculparse.
Lo mejor: La descripción de los personajes a través de los ojos de la madre, la autora de la carta.
Lo peor: El exceso de detalles personales irrelevantes para la trama.
Aunque el libro parezca de suspense, con insinuación de asesinato, en Casi perfecto nos encontramos con un drama familiar cargado de culpa y resentimiento, culminado por la muerte del padre. A partir de este punto, cuando entramos en esta novela de Marina Mayoral descubrimos una carta, una larga carta de unas doscientos setenta páginas en las que la voz narradora, la madre acusada de asesinato, repasa su vida y los motivos por los que ella no debe ser considerada como la asesina.
Para ello la autora nos presenta primero a los personajes. En el primer tercio de la novela nos encontramos con las descripciones, quizá en un punto excesivas, de cada uno de ellos: primero por la madre, después van viniendo el resto. La madre -escritora coja y tuerta-, en esta misiva, respasa el fracaso de su matrimonio, la infancia y juventud de sus hijos, sus relaciones con otros personajes. Todo ello cargado con justificaciones personales de su vida más allá del supuesto tema principal, y un buen número de referencias culturales.
Estas justificaciones dan que pensar cuál es el objetivo de la autora. Dicen que nadie puede servir a dos señores, y el drama familiar y el suspense chocan en esta carta. El uso de los tiempos llevan a pensar que la protagonista, escritora, más que dar a entender que no es la asesina, busca un reconocimiento moral y una dilación del tiempo que necesita el lector para llegar al conflicto. Así puede dar a entender el repaso iterativo, repetitivo, de las circunstancias de la familia. Por suerte, la técnica de la autora y este constante cambio de foco salvan de dejar el libro en la estantería y buscar otro.
Aquí está una de las claves que salvan esta historia de convertirse en un telefilm de los de echar la siesta: la técnica. La perspectiva que elige la autora para contarnos el drama/suspense familiar nos lleva a dar vueltas a la muralla para rascar de a poco hasta encontrar el misterio. Si bien la novela podría ser aligerada en, por lo menos, un tercio, el mundo construido para nosotros es lo suficientemente rico y elaborado como para mentener el interés en el por qué la familia protagonista está desunida. La bondad, la maldad, el oportunismo, la devoción, el amor y el sexo aparecen, pero atenuados y de refilón, como sólo pueden aparecer en una carta. En otras manos más inexpertas esta historia, probablemente, habría naufragado.
Los personajes, por otra parte, difícilmente ayudan a una identificación con el lector. En un país como el nuestro, en el que la cultura y el saber parecen ser elementos de otro planeta, un elenco formado por una escritora, un matemático, un profesor de conservatorio y un misionero no buscan una empatía directa. Más bien al contrario, desde la voz de la protagonista, tan leída y adicta al argumento de autoridad, hacen que leamos la carta demasiado fríamente, desde lejos, con todo lo que ello implica.
Así pues, en esta novela podemos disfrutar de un drama familiar que acaba en tragedia. Una buena novela para pasar el rato y de paso conocer un poquito más algunas anécdotas del mundo de nuestra cultura occidental.
Foto de portada: Blog de la Bòbila.