Título: Peces que duermen
Idioma: Castellano
Autor: Esther Zarraluki
Editorial: Consulta librieprogetti
Publicación: Febrero de 2012
Formato de publicación: 96 páginas
Tiempo estimado de lectura: 4 horas
Puntuación: 9/10
Sinopsis: A través de la poesía y basándose en las esculturas de Jordi Roura, la autora reflexiona sobre la amistad, el arte y la muerte.
Lo mejor: La forma con la que la autora nos muestra la personalidad del escultor.
Lo peor: Que tenga que ser publicado por una editorial italiana.
Sin duda alguna, Peces que duermen es un libro muy personal, tanto en referencia a la autora como, sobre todo, a Jordi Roura, cuya alma se escapa entre los poemas y las esculturas fotografiadas. Como la misma autora, Esther Zarraluki nos explica en el breve prólogo, el poemario es una conversación entre la ausencia, la realidad, el arte. Nos invita a conocer la amistad que les unía, y sobre todo cómo a través del tacto, un tacto que no podemos tener en estos poemas, entienden el mundo.
Cada poema está emparejado con una escultura. Estas esculturas, para hacernos una idea, son mayoritariamente de metal, geométricas, de ángulos rectos o planos inclinados, con varas, esferas y espacios vacíos. Son pequeñas, tal y como se nos explica al final. Evocan abstracción, como los poemas que los acompañan. Aparecen como sombras reflejadas, imperfectas, en las páginas opuestas a cada fotografía. Y esta imperfección nace de la visión de Zarraluki, que rompe la abstracción, la deshace, la convierte en palabras concretas donde su percepción de la obra, sus recuerdos crean su poesía.
Podemos encontrar una continuidad en cada uno de ellos. El poemario es un homenaje a Roura. Nos permite conocerlo. En algunos, contrasta las esculturas y los pequeños actos cotidianos, en otros caemos en la reflexión sobre el arte y la escultura, nos invita a tocar la escultura con los ojos. La vejez, la pérdida del vigor y la apetencia por los deseos nos llega también a través de la poesía, la aproximación del escultor hacia la abstracción pura, el acto de crear, el vacío del espacio y de la vida, y al final con la muerte misma, como unión de la vida con la creación, a quebrar por el lenguaje, la voz.
Los poemas que nos regala Zarraluki están cargados de respeto y admiración por Roura. Sigue un estilo sobrio, con más tendencia a la prosa poética que al verso libre. Busca captar ese instante en forma de palabras sin caer en el exceso. La sutileza de cada palabra es exacta para captar la senectud y el mundo propio del escultor, incomprensible para los lectores que nunca llegamos a conocerlo a él y potencialmente desconocemos su obra. Los poemas piden su tiempo, que sean tocados por los ojos con cariño, con paciencia, para disfrutar cada palabra, comprender los significados que esconden, para la autora y para el homenajeado, y por supuesto para el lector.
Si algún lector estuviera interesado en leer un libro tan personal y me preguntara en qué condiciones leerlo, le propondría que lo hiciera en silencio, que se sentara en un lugar tranquilo, sin estímulos ajenos a la propia lectura. Hay libros que se pueden leer en otros lugares y circunstancias. Peces que duermen es uno de esos que devuelven la lectura al ritual, a lo sagrado, a lo incognoscible.