El 23 de abril Cataluña se transforma en primavera. Las flores adornan las calles, los libros amontonados por todas partes se hacen hueco entre la gente y los escritores más vendidos se sientan en puestecitos, estratégicamente colocados, para que los lectores se acerquen a por una firmita y, si hay suerte, un par de fotos para Facebook e Instagram.
No os vamos a engañar, fuera ironía, es una fecha bonita. Nos gusta pensar que quien no lee, encuentra una excusa para revolverse entre libros y, quien sabe, tal vez, leerse un par. Ya sabéis lo que dicen: una vez al año no hace daño.
La tradición catalana, nos dice, en el colegio, que los enamorados tienen que hacerse un regalo este mismo día. La mujer un libro al hombre, el hombre una rosa a la mujer. ¿Que por qué? Por una leyenda que ha acabado siendo costumbre y que, año tras año, se repite. En este post, os queremos explicar la leyenda, por si no la conocéis, y también, el origen del día del libro (que es el mismo 23 de abril, y que es una festividad internacional). También aprovecharemos para citaros algunas NO-recomendaciones (os explicamos la iniciativa un poquito más abajo).
Esperamos que disfrutéis con el post, que aprendáis aquello que no sabéis y que leáis muchos libros, hoy y el resto del año (granujillas…). Y también, si os apetece, que nos expliquéis vuestras experiencias de este y otros Sant Jordis (o Sant Jorges), ¿cómo pasáis este día? ¿Qué libros habéis comprado este año?
La leyenda de Sant Jordi en Cataluña
Cuenta la leyenda que los habitantes de la Vila de Montblanc tenían mucho miedo por culpa de un dragón. La bestia estaba instalada a las afueras del pueblo y su aliento infestaba el aire y el agua. El ganado se ponía enfermo.
Cada día el dragón tenía más y más hambre, y se acercaba más y más a las murallas que protegían la vila. De manera que el aire y el agua se volvían más tóxicos y tanto el ganado como la gente corría peligro.
Para mantener a la bestia alejada, el pueblo decidió alimentarla. Primero le daban ovejas. Cuando se acabaron le dieron bueyes, después caballos. Pero al final, sin animales, tuvieron que sacrificar a los habitantes.
Para que nadie tuviera que elegir a sangre fría quién moriría, escribieron los nombres de todos los habitantes y los metieron en un puchero. Cada día, la mano de un inocente sacaba un papel y anunciaba el destino de uno de los pueblerinos. Uno de los días, quien salió en la papeleta fue la princesa.
Cuando el dragón se acercó hasta ella para devorarla con ansia, surgió de entre las montañas un caballero a lomos de un caballo blanco. Con valentía, el caballero hundió su espada en el pecho de la bestia. De su cuerpo salió un gran chorro de sangre que al rozar con el suelo se convirtió en un rosal y de sus ramas brotaron muchísimas rosas de color rojizo.
23 de abril como día internacional del libro y los derechos de autor
El origen del Día del Libro se fecha en el 1926. Vicente Clavel Andrés, escritor valenciano, lo propuso en la Cámara Oficial del Libro de Barcelona tres años antes y fue aprobada finalmente en el 1926 por el rey Alfonso XIII de España.
El primer Día del Libro se hizo el 7 de octubre de 1926, y después, se instauró el 23 de abril como fecha oficial. Hay quién dice que se hizo así porque este día murió Cervantes, Shakespeare, Garcilaso de la Vega, Miguel Luis Vives y Josep Pla. Y nacieron otros grandes de la literatura universal como: Maurice Druon, Vladimir Nabokov, Manuel Mejía Vallejo y Halldor Laxness.
En 1995 se realizó en Paris por la UNESCO una conferencia que quería rendir homenaje a las grandes obras de la literatura y a sus autores. La conferencia pretendía, también, empujar a los jóvenes a la lectura. Fue entonces, cuando la UNESCO creó el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, junto con el Premio UNESCO de literatura infantil y juvenil.
LAS NO-RECOMENDACIONES PARA EL DÍA DE HOY
Durante el día de hoy encontraréis multitud de plataformas con recomendaciones literarias. También, listas de TOP ventas. Pero… ¿qué hay de aquellos libros que provocan el bostezo? ¿Tienen éstos algun tipo de protagonismo?
Nosotros queremos hacerles un huequito, porque, seamos sinceros, el criterio que se utiliza, normalmente, para escoger una lectura es: puntos fuertes y puntos débiles. En función de los que predominen se escoge o no.
Así que a continuación, os presentaremos algunos de los libros que NO os recomendaríamos. También contamos con la participación de algunos de los lectores del blog, que por Instagram nos han explicado sus experiencias. Si tenéis más y queréis compartirlos con nosotros, ¡no dudéis en comentar el post!
VICENTE:
Aceptémoslo, recomendar un libro es fácil, ¡che!. Todo cristo (siendo todo cristo aquél que, sin ser el «abrir un libro en su fantasmagórica vida» un requisito indispensable) puede hacerlo. Basta con repetir como un loro cuatro palabras, cuatro nombres, cuatro mierdas leídas aquí o allá y creerse que sabes de lo que hablas porque la capacidad lectora del recomendador da para recordar una sinopsis. ¿Ejemplos? Un breve paseo por esa casa de mal vivir que es Internet es suficiente para encontar un infinito de reseñas y comentarios del rollo: «me ha gustado el libro equis porque me ha gustado», siendo casualmente el libro equis la última producción latosa o la penúltima fotocopia pseudointelectual. Hasta un servidor se siente con la suficiente autoridad como para decirle al mundo: «este libro mola» o «este libro es un truño», así, porque sí, porque me gusta.
Pasando.
Al turrón: libros que no recomendaría para leer. Pero con criterio. ¿criterio? Snobs hay muchos, de esos que, también, miran por encima del hombro y sólo consideran libros buenos aquellos que no entienden, y cualquier cosa que sea divertido y/o fácil de leer lo envían al cajón de los subproductos comerciales. Joder, que hasta Shakespeare pasó de ser una mierda a ser un (el) autor de culto cuando sus obras dejaron de ser entendibles por la chusma y se convirtieron en sudokus lingüísticos para académicos aburridos. Su criterio es, tachín tachán, el tratar al lector como imbécil.
Anda que no hay libros así, más de los que nos podemos imaginar. Para empezar, están los que son fotocopias unos de otros, que dejaré de lado, allá cada uno si le gusta leer siempre lo mismo. Está bien leer. También, y a donde voy a ir es a los que, además de tratar al lector como imbécil, le obligan a pasar por caja para leer paja.
Aviso: No he leído ninguno de los libros que no-recomiendo. Coherencia o cabezonería, esto ya queda al criterio del lector.
Ejemplo uno: Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin (Todos, hasta los que todavía no se han publicado).
Seamos sinceros, el primer libro se publicó en 1996 y estamos en 2019. Esto son 22 años para escribir una historia. Que sí, que tiene mucha paj… muchas subtramas, personajes interesantes, cosas que pasan, y pasan y pasan y etc así hasta el hastío. Veintidós años, repito, veintidós años para terminar una historia. Según la Wikipedia se han publicado cinco de siete libros. Y son bastante tochos, así que esto nos da para muchas obras en las que el autor no necesita andarse por las ramas y meter mil personajes para contar algo, porque una novela no deja de ser una historia, o sea, un cuento, una cosa que tiene inicio, nudo y desenlace. Y sin desenlace, una historia no es nada. Veintidós años (y los que faltan) para meterle un desenlace pues, no sé, chico, huele.
Ejemplo dos: Harry Potter, de J. K. Rowling.
Al comentario del ejemplo uno le añado que todo cristo ya lo conoce. Ya está bien de Harry Potter. Está hasta en la sopa. En lugar de leer y releer y regalar y enchufar a Harry Potter y compañía a la mínima oportunidad, ¿por qué no usar la vida propia y ajena para, no sé, leer alguna de las referencias de las que bebe directamente Harry Potter, o directamente cualquier otra cosa? La vida es demasiado breve como para leer la misma historia una y otra vez, eso del «más vale malo conocido que bueno por conocer» no aplica a la literatura. Al contrario, ningún libro traumatiza tanto como para joderle a uno la vida y, además, Harry siempre va a estar ahí, plantadito en la balda de la estantería.
Ejemplo tres: Ese de Dan Brown ambientado en Barcelona.
Barcelona, o el lugar X siendo X tu pueblo, no es el centro del universo. He elegido ese libro no porque le tenga una especial tirria a Barcelona, que no deja de ser un punto tan feo y apestoso como cualquier otro sobre la superficie de esta letrina espacial sobre la que recorremos el casi-vacío, y no (otro cualquiera, ese lugar al que le tienes, querido lector, tanto afecto). Que esté basado en tu pueblo no lo convierte en mejor libro. Más bien al contrario, seguramente es más truño. ¿Que el mejor gancho comercial de un libro es una palabreja que aparece aquí y allá y que casualmente es Barcelona? Pues no sé. Ojo, no confundamos esto con conocimiento del terreno: que un autor como Mendoza o Vázquez Montalbán hablen de Barcelona y te hagan buenos libros es normal, pero que un pavo que de Barcelona, de la Barcelona real, apenas conozca la paella (léase «paela»), quizá, tal vez, pienso, no acabe de ser del todo coherente y lo que encontremos sea mierda pura.
Conclusión: Vivir mola
Pues eso, leer mola, vivir mola, no hace falta perder el tiempo leyendo libros de mierda tan solo porque te los recomiende el vecino del cuarto, o leer siempre el mismo, por muy bueno que sea, como si fuera esto la Biblia. Con la cantidad de libros que hay…
JUDITH:
Deciros una no-recomendación de un libro, me parece bastante subjetivo. ¿Qué deciros? ¿Qué criterio empleo para escoger uno como peor que otro? ¿Son comparables dos libros malos de diferentes géneros? ¿Qué es un libro malo? ¿Y bueno? Haciendo una reseña es más sencillo, hay más espacio para opinar, más líneas para comentar un motivo. Así que más que un libro os diré algunas cosillas que provocan en mi urticaria, y os diré algunos ejemplos (lo admito, esto de los ejemplos me lo he copiado un poco de Vicente jijiji, así se entiende mejor lo que quiero decir, puedo decirlo ahora que no me lee).
No os recomiendo, pero nada nada, la novela negra previsible o aquella que más que un thriller parece una novela fantástica con alguna que otra muerte. Cada vez que me cruzo con una obra así, pienso dos cosas. La primera es que si los autores, en lugar de escritores fueran asesinos, y yo en lugar de lectora, policia, llevarían con esposas desde la página tres. La segunda es que si se quería hacer una obra fantasiosa, mejor añadir anillos que perlas con navajas.
Cuando hablo de este tipo de libros estoy pensando en un par (aunque me he leído, desgraciadamente más de uno). Entre la novela negra previsible mi dolor de muelas es La princesa de hielo de Camilla Läckberg. Y la novela fantástica disfrazada de negra es El día que se perdió el amor de Javier Castillo. Ahí puedes leer de todo: símbolos, destino, profecias… pero lo que es negra, no es, y coherente, tampoco.
Tampoco os recomiendo, las novelas que bajo un pretexto de crítica social, te colocan líneas y líneas de nada. Me viene a la cabeza Que la muerte te acompañe de Risto Mejide. Donde el protagonista, aparentemente, muere, y para llegar al cielo lo que debe hacer es venderse. Según se mire puede parecer una crítica a la sociedad, que valora más una buena fachada que un buen comportamiento. Incluso una crítica a la religión cristiana, que promete darte el cielo si tus acciones son buenas, al final, basta con encontrar las palabras adecuadas para confesarte ante una mala acción, y las puertas del cielo se abrirán ante ti. Fue lo que hizo que me interesara por el libro. Cuando lo leí, me di cuenta, de que me había tragado 214 páginas de un libro que no tenía ni tanto trasfondo, ni tanta buena ejecución. ¿Sabéis cómo termina los serrano? Si no lo sabéis, alerta que va spoiler: TODO ES UN SUEÑO. Pues parecido termina esta novela, un insulto al lector comprometido, un pasatiempo medio gracioso para aquel que lee poquito y sin fijarse en los detalles.
Hasta aquí los libros que me dan tanta alergia como los plataneros. ¿Vosotros también tuvistéis que echaros cremita con alguno de los nombrados?
LECTORES DEL BLOG:
- «No recomendaría Tuareg de Vázquez Figueroa. Es aburrido, muy muy denso.»
- «Martina con vistas al mar de Elisabeth Benavent. Había leído cosas de la autora y me habían gustado, pero ese lo empecé a leer y ni lo seguí porque me aburría. «
- «Un mar violeta oscuro de Ayanta Barilli. Pese a ser finalista del premio planeta, no me enganchó. «
- «El Kamasutra. Todo el rato hablan de lo mismo, es muy pobre y reducido el contenido literario. Además, los protagonistas, después de ver las ilustraciones, acabaron con tensión en los ligamentos y contusiones musculares. En el libro no avisan a los lectores del peligro.»