Una de las ramas más fascinantes de la lingüística es la fonética. Esta rama se dedica a estudiar cómo hablamos, y se divide en tres partes: la fonética articulatoria, la fonética acústica y la fonética auditiva. De estas tres nos vamos a centrar hoy en la fonética articulatoria, y dentro de ella vamos a hablar de uno de los principales tipos de fonemas que utilizamos todos: las vocales.
Aunque pueda parecer algo simple porque todos pronunciamos las vocales, es importante saber cómo se articulan. ¿Nunca os habéis preguntado por qué se les da tan mal a algunos aprender una lengua nueva, o cómo podemos saber de dónde viene y a qué estrato social pertenece con, como diría aquél, solo abrir la boca? Principalmente por la fonética. Nuestra manera de hablar nos delata mucho más de lo que podemos llegar a imaginar.
Vamos a la materia, y empezamos hablando de fonemas. Podemos calificarlos en dos grupos, por una parte los vocálicos y por otra parte los consonánticos. La principal diferencia entre los vocálicos y los consonánticos es que un fonema vocálico se produce cuando nada interrumpe el flujo de aire, mientras que uno consonántico necesita de la interrupción, ya sea con los labios, la lengua o incluso la glotis. Otra diferencia importante es su uso: los fonemas vocálicos nos permiten construir sílabas, no así los consonánticos. Por ejemplo, en castellano tenemos palabras monosílabas con /a/, como la preposición a, con /e/, como la interjección ¡eh!, con /i/, como la conjunción y, con la /o/, como con otra conjunción, o, y con /u/, con la variante de la anterior cuando la palabra siguiente empieza por /u/, como en siete u ocho.

En nuestro alfabeto, el latino, usamos cinco caracteres para representar las vocales, a, e, i, o, u. Sin embargo y aunque pueda parecer contraintuitivo tenemos más fonemas consonánticos que grafemas, muchos más, porque los fonemas vocálicos no son elementos estancos pronunciados siempre igual, sino que se crean a partir de unas cuantas variables, entre las que destacaremos tres: la abertura, la localización y el redondeamiento. Hay más, como cuando susurramos en lugar de hablar a viva voz, pero en las lenguas a la que estamos más expuestos no son tan importante. Veamos con más detalle estas variables:
- La abertura nos indica cómo de abierta está la boca cuando pronunciamos la vocal.
- La localización, también llamado punto de articulación, nos dice en qué punto de la boca se articula el sonido.
- El redondeamiento nos explica la posición de los labios cuando se emite el sonido.
De estas tres variables, la abertura y la localización son más importantes que el redondeamiento. La [u], por ejemplo, es una vocal redondeada. Si no redonadeamos la vocal obtenemos otro sonido que suena como cuando tenemos la boca dormida después de ir al dentista. Este sonido, como veremos más adelante, se transcribe como [ɯ]. Para ubicarnos en el mundo de las vocales la gente de la Asociación Fonética Internacional crearon un diagrama con las tres variables mencionadas anteriormente.

Según el diagrama vemos que hay veintiocho vocales diferentes. Espera, ¿veintiocho? En el colegio nos enseñan que hay cinco vocales en lengua castellana, a e i o u. ¿Qué pasa con las otras veintitrés? Se pueden pronunciar, de hecho son pronunciadas por hablantes de castellano, sin embargo el hablante no las reconoce como vocales diferenciadas. Esto va por lenguas, y no significa que una lengua sea mejor que la otra según tenga más o menos fonemas. Si comparamos los fonemas vocálicos del castellano, del inglés y del catalán, en sus variedades estándar, lo vemos claramente.



Como podemos observar, el español estándar tiene cinco fonemas vocálicos, que corresponden con las grafías que todos tenemos en mente. Sin embargo, el catalán estándar tiene ocho sonidos mientras que el inglés tiene catorce. Vamos a ver las diferencias con un poco más de detalle:
Entre español y catalán podemos ver cómo la posición del fonema /e/ es más abierto en español que en catalán, pero el catalán tiene otro fonema, /ɛ/, más abierto que el /e/ del español. Lo mismo ocurre con la /o/ y la /ɔ/. Ambos fonemas se representan con los mismos grafemas, e y o, siendo fierenciados por el acento cuando es neceario. Por ejemplo, un catalanohablante pronuncia las palabras ós y os, (oso y hueso, respectivamente) de manera diferente, mientras que un castellanohablante no catalanohablante no podrá diferenciarlas:
- El catalanohablante pronuncia: os -> /ɔs/, ós -> /os/
- El castellanohablante pronuncia os -> /os/, ós -> /os/
Y eso que la /o/ en catalán es ligeramente más cerrada que en español.
Otro caso a destacar es la vocal neutra del catalán, /ə/, sonido que en español no se discrimina. El hablante español, como no tiene un fonema equivalente, va a buscar un fonema similar, pero si nos fijamos en el gráfico de los fonemas vocálicos este /ə/ tiene una apertura similar a /e/ y a /o/ en español, pero es central, no frontal o trasero. Por tanto, la única opción que le queda es considerarlo como /a/, el único fonema central que discrimina, aunque esté más alejado a /e/, como se hace en las variantes occidentales del catalán.
Si nos fijamos en los fonemas vocálicos del inglés podemos ver que hay una grandísima diferencia con los otros dos. De entre todas las diferencias nos vamos a fijar únicamente en los fonemas vocálicos de mayor apertura. En inglés tienen cinco fonemas en el espacio en el que en español y catalán solo hay uno, la /a/. La solución del hablante es usar lo que tenga a mano, los grafemas o el fonema reconocible. Por eso, un hablante no angloparlante hace:
- cat (gato) como /kat/ en lugar de /kæt/
- cut (corte) como /kat/ o /kut/ en lugar de /kʌt/

Por desgracia, cuando aprendemos lenguas nuevas se pone mucho más énfasis en la gramática que en la fonética, cuando es gracias a la articulación de los sonidos por lo que podemos entender y hacernos entender con los hablantes nativos. Si no cuidamos nuestra pronunciación y no entrenamos nuestro oído, sí, podremos conseguir un nivel alto, sin embargo nos costará mucho más tiempo y esfuerzo llegar a tener una conversación fluida.