Título: Aprender a hablar con las plantas
Publicación: 2018, Editorial Lumen
Temática: Drama
Páginas: 248
Autora: Marta Orriols
Puntuación: 9
Sinopsis: Paula Cid es una neonatóloga de cuarenta y dos años que lleva una vida ordenada. Apasionada por su trabajo e inmensa en la rutina de una relación sentimental que se resquebraja, pierde a su pareja en un accidente de tráfico pocas horas después de que él la invite a almorzar para comunicarle que, tras muchos años de vida en común, ha decidido marcharse de casa porque ha conocido a otra mujer.
Lo que más me gusta de leer es conocer gente nueva dentro de mí. Es curioso, pero cuando leo un buen libro tengo la sensación de que he descubierto cosas de mí que, antes de leerlo, desconocía. Me conozco como un pez, como una leona, como una osa polar, como una bruja, como Marc, como Laia, como Pedro, como X o como Y. Soy un poco el otro, para ser, más que nunca, yo. Tras leer a Marta Orriols puedo, y debo decir, que soy Paula, y pedacitos de Pili, de Lidia, de Thomas, de Quim, hasta de Mauro.
Empecemos por el principio. Paula es una mujer de cuarenta y dos años que pierde a su pareja en un accidente de tráfico, horas antes, el susodicho había quedado con ella para almorzar para romper la relación de años, estaba enamorado de otra mujer. Una noticia y después la otra, en cuestión de horas, trastocan toda la vida de Paula. Ahora debe perdonar la infidelidad a su pareja, sin ni siquiera tener la oportunidad de discutirla, hablarla o comprenderla, a la vez que supera la muerte de la persona a la que más ha querido hasta el momento.
La novela no es interesante por lo que explica, sino por cómo lo explica. No son la pérdida, ni la infidelidad las protagonistas, sino los sentimientos que desencadenan ambas situaciones. Paula, en primera persona, nos abre su mente y su corazón para explicarnos todo aquello que siente, piensa y hace. Su vida queda dividida en dos mitades: antes de la muerte de su pareja y después. En el recorrido que va desde el antes, al ahora, vemos a Paula en distintas fases del duelo: la incredibilidad, la pena, la rabia, el miedo, para acabar, con la serenidad y la oportunidad que brinda un nuevo día.
Otro tema de interés en el trascurso de la novela son los clichés que poco a poco se desmoronan para dar paso a un personaje real, verosímil y fuerte, a pesar de su debilidades. Paula no quiere que le digan cómo debe sentirse, no quiere pasar página con manos ajenas, no quiere sufrir como debería sufrir. Paula se rebela, internamente, ante el comportamiento que, según la sociedad, debería optar, para dejarse llevar por su dolor, sentirlo, descubrirlo, y, finalmente, curarlo.
La forma de escribir de la autora es exquisita. Tiene una voz dulce, casi poética. La historia tiene frases para enmarcar, alguna que otra metáfora (como la profesión de la protagonista, las plantas que mueren para finalmente vivir en primavera y uno de los pacientes preferidos de Paula), nada es casualidad, todo tiene un por qué, y el lector atento, lo podrá encontrar sin problemas.
El «pero» existe. Todo no pueden ser rosas y violetas. No es una novela que recomendaría, a pesar de que me parece muy muy buena. ¿Por qué? Porque no creo que sea apta para todos los públicos. El dolor es un tema que se palpa desde el principio hasta el final con muchísima proximidad. La autora no pone ningún distanciamiento entre Paula y el lector, este hecho tiene aspectos positivos, puedes sentirte Paula en todo momento, es fácil empatizar con ella, quererla, incluso. Pero no hay descanso, eres Paula durante toda la lectura, con lo que ello implica, Paula escuece, yo he llorado con Paula, he pasado el duelo con Paula y casi diría que he respirado aliviada cuando Paula ha dejado de ahogarse. Lo especial de esta obra, y también, en mi opinión, lo arriesgado de ella, es que la trama no es lo importante, sino la descripción del duelo, de la superación. Y es algo que puede cansar, e incluso, aturdir, a un lector que no sienta amor por el género dramático.