Títulos: Una madre; Un perro; Un amor.
Editorial: Siruela.
Temática: Novela realista / Comedia dramática
Autor: Alejandro Palomas
Puntuación individual: Una madre [9]; Un perro [6]; Un amor [6,5]
Puntuación como conjunto: 7
En mi vida solo me he leído dos sagas, la de Harry Potter y la de Los juegos del hambre. Parece un dato superfluo, pero no lo es. No estoy acostumbrada a dedicarle mucho tiempo a un mismo autor, mucho menos a los mismos personajes. Así que, entiendo que, parte de mi dificultad a la hora de terminar el último libro se debe a mi inexperiencia en este campo literario.
Una madre, un perro y un amor, son tres novelas que giran en torno a una familia y su vida. Está explicada desde la perspectiva del hijo menor, Fernando, o Fer, que es como se dirigen a él durante el transcurso de las historias. A diferencia de lo que pueda parecer por los títulos, los tres libros se focalizan en la figura de la madre, el resto: hijas (Sílvia y Emma), el padre, el tío Eduardo, etc; son solo piezas de un puzzle que empieza con Amalia.
No me extraña, por otra parte, que sea así. Amalia es un personaje complejo, el más complejo de todos. Es un personaje diminuto, al principio, construido a base de golpes. Primero por una madre que, pese a ser sabia y buena, tiene mucho carácter. Después, consumida y al margen de un marido que no le hace justicia. Y por último, a causa de su aspecto físico, que además de causarle cierta ceguera, la mantiene torpe. Esto, junto con su personalidad espontánea y su bondad, sumado a sus ya setenta años, hacen de ella un cóctel difícil, a la par que entrañable. Porque Amalia es así, un poco caótica, complicada y dependiente. Un espíritu de niña oculto en el cuerpo de una mujer adulta, que por fin puede salir a pasear. A pesar de eso, muestra una entereza y sabiduría que forja y mantiene en pie a la familia al completo. El resto de personajes, como he dicho, proporcionan el encaje perfecto para comprender los comportamientos y dicotomías de la personaje protagonista. Conocemos sus problemas, aportan tramas secundarios que se van cerrando durante la historia, pero, en el fondo, el hilo conductor de las novelas por separado, y de ellas en conjunto es Amalia.
¿Entonces por qué títulos distintos? Bien, el elemento que se utiliza como pretexto de inicio en cada una de las novelas es el que aparece en los títulos. En la primera novela no se esconde, es mamá. En la segunda, es R, el perro del protagonista, y también su perro anterior. En la tercera y última es el amor, el amor que existe y se une con una boda, el que se va y el que no existe. Hasta aquí poco más puedo decir, los personajes están bien encontrados, son bastante realistas, no caen en estereotipos, los pretextos son interesantes y la narrativa del autor es fluida, agradable. Además, no juega al atrapa-lectores, que es una técnica que le gusta mucho a algunos escritores, seguro que conocéis a más de uno que lo ha hecho con vosotros. La técnica atrapa-lectores consiste en hacer una primera novela muy buena y terminarla con un «continuará», que, te deja con cara de gilipollas y te obliga a esperar tres años mordiéndote las uñas para averiguar qué pasa. A los tres años, llega la segunda parte, que ni de broma es tan buena y encima, acaba con otro «continuará». No, Alejandro Palomas hace novelas independientes que se entrelazan entre sí. Es decir, puedes leer las novelas por separado, sin necesidad de continuar, porque las tramas que se abren, se cierran al final, todas. Lo bonito de seguir la trilogía es que empatizas y comprendes más los actos de los personajes, pero por lo demás, pas de problème, como dicen los franceses.
PROBLEMAS. Aquí debo recordar lo que he comentado al principio: no me entusiasma leer trilogías, hacía mucho que no lo hacía, y nunca lo he hecho de este género. Aun así, hay detalles que me han dejado un poco, patidifusa. Las novelas siguen, todas, la misma estructura, que es la siguiente: te digo que tengo un secreto, no te digo cuál, van apareciendo subtramas que voy resolviendo poco a poco mientras te recuerdo que tengo un secreto, yo lo sé y tú no, yo lo sé y tú no, se acerca al final, te suelto la bomba, fin. Utilizar este recurso en una novela, está bien, en las tres, reconozco, se me ha hecho pesado. ¿De verdad, Alejandro Palomas, con esa clase al escribir, necesitas recurrir al mismo esquema las tres veces?
Después, están las gotitas de destino que, en dosis pequeñas saben dulce, en determinadas cantidades produce un poco de diabetes. Una cosa es que en la primera novela, dé la «casualidad» de que un cartel que hay justo delante de tu piso te dé señales sobre lo que debes hacer. Me refiero a un cartel que, al principio dice » calma con alma», después se funde una letra y dice «alma con alma», y al final, se siguen fundiendo letras hasta poner «mama». Justito. Con pinzas. Pero que en el segundo pase algo parecido, ya empieza a oler rarito.
Si las gotitas de destino te suben el azúcar, no hablemos de las frases Mr Wonderful que aparecen por ahí cuando menos te lo esperas. Porque el autor escribir, escribe muy bien, eso no lo voy a discutir, como he dicho, es coherente con sus textos, le da voz y personalidad a los personajes, bien. Pero de repente, te suelta una frase de la abuela Ester, que más que abuela es catedrática en la universidad de la vida, y te quedas un poco como: ¿en serio la abuela comiéndose una magdalena le soltaba a Fer esas frases sacadas de Google? Forzado.
Por último, y no menos importante, está el hecho de que la madre no sea descrita físicamente hasta el tercer libro. El físico no suele ser importante en un personaje, pero en el caso de Amalia es relevante. No puedo decir por qué, sería como hacer un spoiler de la saga y no soy tan malvada, pero es un dato relevante, para comprender muchísimas cosas, y para empatizar mejor con la protagonista. También, es un problema para los lectores muy visuales, como es mi caso. Al leer me imagino a los personajes, las escenas, los contextos, como si fuera una película. Yo me había hecho una imagen de Amalia, tanto por dentro como por fuera. De repente me describes a una persona que, para nada se parece a la figura que habías esbozado en la primera y la segunda novela. Un poco feo.
El primer libro de la saga, sin duda, es el mejor. Se esboza la personalidad de todos los personajes principales, nos proporciona una idea general de su pasado, su presente y su futuro. El segundo es el peor. Sobra. Prácticamente no aporta información. La trama principal es muy lenta. Y tiene muchas partes que hacen levantar la ceja y dejarla en alza durante un ratito. El último, remonta. Cierra muy bien el pasado de Amalia y nos hace acabar de comprenderla. Eso sí, de la página 364, aproximadamente, hasta la 450 puedes pasar sin leer. Es el trozo paja. Vamos a añadir personajes tales como la señora de la limpieza de la madre o el hijo de tía Inés, para explicar resumidamente su vida, aunque no tengan nada que ver con la historia, ni den ningún matiz a las subtramas.
En resumidas cuentas, os recomiendo la saga, es entretenida, está bien hilada. Me he reído con los comentarios de Amalia, tan fuera de lugar y naturales como la vida misma. Y también, en ocasiones, he llorado. Porque el concepto de la silla de las ausencias, escuece, y ciertas reflexiones como: primero una vida y después un amor, atraen recuerdos. Pero hay capítulos que… ¡ay!
Creo (humildemente) que no has entendido el personaje de Amalia ni de lo que va la obra. Alejandro Palomas es excepcional pero para gustos colores. Un amor tiene el premio Nadal de 2018
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