Título: El club Lovecraft
Idioma: Castellano
Autor: Antonio Lázaro
Editorial: Martínez Roca
Publicación: Febrero de 2007
Formato de publicación: Tapa dura (de la versión leída)
Tiempo estimado de lectura: 8h, 320 páginas
Género: Novela. Negra, fantástica, terror
Puntuación: 2/10
Sinopsis: La llegada de un antiguo amigo de Leonardo Pacheco, miembro del Club Lovecraft, inicia la búsqueda del Necronomicón en Toledo.
Lo mejor: La recuperación del mundo de H. P. Lovecraft.
Lo peor: El uso constante de deus ex machina para hacer avanzar la trama.
El amor a primera vista existe. De persona a persona, también de persona a cosa, a animal, y a libro. El flechazo producido por una mirada, o por un gesto, o por una portada con un nombre, Lovecraft, escrito en él. Me gusta H. P. Lovecraft. Y el libro estaba allá, en la estantería, esperándome para que lo leyera. El problema está que Lovecraft no se refería al autor del libro, sino al pretexto, y el perpetrador de esta obra no era el escritor de Providence, sino Antonio Lázaro. El producto: El club Lovecraft.
Sí, aquí hay cosas de Lovecraft. Hay parte de su cosmogonía, tan rica en pesadillas, en monstruos, en tentáculos y en horror. También está el resto. Lo que nos ha traído el señor Lázaro es una fan-fiction con un buen puñado de deus ex machina, chicas, violencia, y un vocabulario extravagante.
Vamos por partes:
Primero, el mundo de Lovecraft. Entiendo que puede ser complicado utilizar como materia prima una creación tan loca como la de Howard Phillips Lovecraft, autor que por otra parte recomiendo leer, sin embargo aquí ejerce sólo como pretexto para poner a un grupo de investigadores tras un libro maldito, el Necronomicón, y a un criminal de guerra reconvertido en mendigo psicópata que escucha voces utilizado por las fuerzas malignas como una herramienta de destrucción. En este aspecto lo que nos queda son asesinatos, brutalidad, y personajes bastante planos. Vale, son los mitos de Cthulhu, no Crimen y castigo, aun así el nivel de simplicidad de Leo, el protagonista, y sus amigos del club Bruno, famoso escritor lleno de demonios interiores; Yolanda, la chica; y Sergio, el informático torpe; es puro estereotipo.
El fan-fictionismo. ¿Por qué? Lo que he encontrado aquí es una fantasía del autor: ha tomado la obra de otro autor, ha escrito un texto en el que él es el protagonista, ha metido a sus amigos, y se ha convertido a sí mismo en el salvador del universo. No hay naturalidad en la escritura, sino un montón de elementos comunes, casualidades y coincidencias puestas ahí por el autor con el único objetivo de que no muera quien no tiene que morir y las puertas se abran cuando tengan que abrirse. Hay mayor complejidad narrativa en las partidas de rol de La llamada de Cthulhu, en la que la muerte, la locura y el sufrimiento son imprevisibles, espontáneas y por tanto mucho más enriquecedoras que la propuesta lovecraftiana de Lázaro.
Sobre las chicas, la violencia y el vocabulario extravagante no me explayaré mucho: encontramos la versión del patrón «mata al malo y se queda con la chica», pero a lo bestia. El mismo autor no se molesta siquiera en esconderlo cuando, en su prisa, nos cuenta lo que pasará. Para que esto suceda, nos mete mucho relleno parapetado tras frases rimbombantes, vocabulario extravagante, casualidades muy casuales, escenas inverosímiles, el callejero de Toledo, personajes que son pura paja y un desenlace que causa un pelín de vergüenza ajena.
El resultado nos deja un libro sólo apto para fans muy fans de Lovecraft, que estén dispuestos a tragarse este tostón de trescientas y pico páginas para reencontrarse con Cthulhu y amigos. Aunque para eso también pueden escuchar a Gigatrón, por ejemplo.