Los cuentos son para niños y tienen moraleja. Deben tener dibujos y tratar temas fantásticos. Cada vez que decís algo parecido muere un filólogo, y por la muerte de uno de esos «raritos», queda huérfano un par o tres de gatitos. Para evitar este terrible suceso os traemos un especial cuentos. Esta es solo la primera de otras muchas partes en las que nos dedicaremos a hablar de una de las producciones literarias más desconocidas para el lector adulto. En este post, desmontaremos los mitos que giran entorno al cuento y os haremos una breve explicación histórica.
¿Qué es un cuento?
Para comprender con facilidad qué es un cuento, hemos de pensar en una novela y quitarle unas 200 páginas, así de fácil. Un cuento, al igual que una novela, suele estar escrito en , aunque los hay también en verso (con o sin rima), y está compuesto por las tres partes esenciales de cualquier texto: introducción (donde se presentan los personajes), nudo (donde se desarrolla un conflicto) y desenlace (donde se resuelve el conflicto). La única diferencia es la brevedad del escrito. Como el texto es más breve, las partes esenciales se entremezclan con más facilidad, siendo dificil, en ocasiones diferenciarlas.
Del mismo modo que una novela, un cuento puede estar escrito en primera, segunda o tercera persona, y puede ser de cualquier temática: terror, romántico, aventuras, fantasía… Y lo hay, también, para cualquier edad: infantil, juvenil y adulto.
Con respecto a las moralejas, hagámonos una pregunta: ¿todas las novelas que nos hemos leído la tienen? ¿No? Pues igual en el cuento. Hay algunos que invitan a la reflexión moral, pero hay otros muchos que únicamente explican una historia, por el placer de explicarla. No por ello es menos cuento, ni es peor, al contrario, una cosa no está reñida con la otra.
Los personajes de los cuentos no tienen por qué ser animales, seres de otros planetas, hadas o demonios. Como la temática es diversa, los personajes también lo son. Hay personajes complejos y comunes, los hay planos y también, por supuesto fantásticos.
¡ALERTA, ALERTA! No confundáis un cuento con una fábula, que es un tipo de relato que, específicamente trata temas morales, terminan con una moraleja, y cuyos personajes suelen ser animales.
¿De dónde vienen los cuentos?
Para responder a esta pregunta lo mejor es tomar como punto de partida a uno de los mayores explotadores de cuentos de la historia contemporánea: Disney. Exacto, la gran parte de las películas de esta productora vienen de historias tradicionales, ¡de todo origen! Por ejemplo: La Bella Durmiente es una historia tradicional italiana, puesta sobre papel en el siglo XVI. Hércules es un mito griego. Mulan es una leyenda china, y Aladdin, ese simpático bribón que seduce a la princesa gracias a la ayuda del genio de la lámpara, árabe.
Y hay más, mucho más: si miramos a nuestro alrededor nos encontramos un sinnúmero de películas, de historias, de novelas, que se alimentan de cuentos. ¿Cómo te quedarías si te dijera que la misma Biblia, venerada como libro sagrado, es una antología de cuentos? Cuentos que explican el origen del mundo, que mantienen viva la memoria de un pasado mítico, y donde caben hasta cuentos picantones, como “El cantar de los cantares”. O el mismo Homero, con su Caballo de Troya, su Ulises y su Aquiles: historias repetidas de generación en generación hasta llegar a nosotros.
Para hablar de cuentos, sin embargo, no hace falta irse tan atrás en el tiempo. Un cuento no tiene por qué ser un clásico de la narración oral, hay cuentos literarios, tan o más literarios como Harry Potter (que no surge de la nada, sino que bebe de, entre otras, historias tradicionales de magia y hechicería). Hay cuentos de una única palabra, de una frase, de pocos párrafos, y de todo tipo de temáticas. Y todo ello gracias a un hombre: Edgar Allan Poe.
Sí, porque el señor Poe fue el inventor del cuento moderno, aunque habían cuentos antes de Poe. Por ejemplo: como todos nos hemos leído el Quijote para el colegio, todos hemos encontrado historias sueltas dentro de este libro. Fue Edgar Allan Poe quien, en pocos años, estableció las bases de la mayoría de los géneros: el terror, el misterio, la fantasía, hasta la puso las bases para la ciencia ficción. A partir de él, de su obra, nos podemos encontrar autores de todo tipo y condición: ahora los llaman autores de “relatos cortos” o de “microrrelatos”.
Que no nos engañe este cambio de nombre. Un relato corto es un cuento, un microrrelato es un cuento pero más corto. Las historias, aunque parezcan antiguas, aunque lleven escritas más de mil años, no están desfasadas. O aunque estén resumidas en dos, tres, cinco páginas, pueden llegar a emocionar tanto o más como cualquier novela. En estos tiempos de prisas y falta de tiempo no hay nada mejor que un cuento para leer durante lo que dura un transbordo.
4 respuestas a “Desmontamos mitos del cuento (I)”