Autor: Elia Barceló
Comunidad autónoma: Comunidad Valenciana
Título: El secreto del orfebre
Género: Novela corta. Fantasía
Año de publicación: 2004
Editorial: Lengua de trapo
¿Primera publicación?: No
Lengua de redacción: Castellano
Lengua de lectura: Castellano
Nota: 2/10

A Elia Barceló le gustan los viajes en el tiempo, le place escribir historias cuyos personajes van adelante y atrás en la línea temporal. En el libro que traemos hoy, El secreto del orfebre, tenemos una historia de amor que transcurre en tres momentos diferentes de la historia, años 50, años 70 y años 90 en un lugar de provincias.

La cosa va de lo siguiente: un chico joven, en los años 70, se enamora a primera vista de una mujer mayor, amiga de su madre, y tienen una breve pero intensa relación secreta. Esta mujer, Celia, en los años 50 estuvo a punto de casarse con un misterioso hombre que apareció un día y que nunca se presentó al casamiento. En los años 90, concretamente en 1999, nuestro protagonista se ha hecho joyero y tiene que viajar a Nueva York, sin embargo la casualidad le lleva a su pueblo natal y decide pasarse para ir a ver a Celia, la mujer de la que estuvo enamorado. En el tren se duerme. Cuando despierta y baja en la estación descubre que ha viajado al pasado.

El resultado es entretenidillo. Es una novelita corta que sirve para pasar el rato. No llega a cien páginas, y el único interés que puede aportar es ver cómo la autora resuelve el problema de un amor descolocado. Sin embargo, tal y como vemos en otras obras suyas como L’Efecte Frankenstein, que ya reseñamos aquí, el libro nos deja con una gran incógnita: ¿cómo es que ocurre todo esto? Si aceptamos los saltos temporales sin pestañear podemos tener una historia. Si no, si somos un mínimo de exquisitos como lectores, el que el protagonista salte de aquí para allá en el tiempo para construir una historia de amor con pinzas y alfileres nos resulta, como poco, forzado. Hasta los cuentos de Lovecraft tienen más verosimilitud. Porque una historia si no es verosímil no funciona. Y da igual cómo de buena sea la técnica, la belleza de la narración o todo lo que se ponga para justificarlo.

Tal vez ha sido casualidad que las dos únicas novelas que hemos leído de esta autora flaqueen en lo más importante. Viendo que va por ahí ganando premios y viendo sus cuentos adaptados a películas, quizá sea una buena idea darle una tercera posibilidad. O no, porque hay mucho por leer y demasiado poco tiempo de vida. Porque el tiempo es oro y es tontería andar retorciéndolo y perdiéndolo con libros malos. Una lástima.